jueves, 23 de septiembre de 2010

habia una vez un aula, por donde pasé
de paredes blancas y piso amarillo,

adornado por crayones y papeles de colores
que unos niños soltaban al descuido,
tenía carpetas y sillas pequeñas,
rojas , azules y amarillas
donde inquietos angelitos,
hacían lo posible por estar quietos y callados.

Conocí una madre, que era muchas veces mas, madre
que se vestía de paciencia y amor,
que sonreia a pesar quizas, de la tristeza,
a la que llamaban todos, miss,
aunque es señora le dicen señorita,
la que les enseña una oración,
una canción, que les habla de Pablito misionero,
una madre que es maestra, que les enseña a compartir,
que les enseña a no mentir,

Conocí un aula, donde había
un salve a la Vírgen María, pegada en la pared,
un periódico mural, donde plasmado está,
las historias de niños,
que crecen cada día,compartiendo en familia
sus defectos y virtudes.

En esa aula yo aprendí,
de verdad, lo que es compartir y tolerar,
aprendí de verdad, lo que es paciencia.

Esa aula que conoci,
es el aula del segundo grado,
del Tambor de Hojalata.

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